El Cetro
el cetro del hermano mayor

El Cetro del Hermano Mayor
Por todos es conocido que uno de los fines principales y primordiales por los que se fundaron la mayoría de las cofradías y Hermandades de España es la asistencial, bien para la salud de los vivos (gestión de Hospitales, residencias, asilos, hospederías…) o bien para los difuntos (celebrar y auxiliar en entierros)
Uno de los fines principales de esta Cofradía ha sido y es esa asistencia a las almas de los hermanos difuntos. Esta asistencia ha tenido siempre dos vertientes, una asistencia espiritual (con la celebración de oficios religiosos suplicando por la intercesión de María Santísima de Gracia para que acoja en el cielo el alma de nuestros hermanos difuntos) y una asistencia física que es la que tratamos en este apartado.
La asistencia física es aquella en la que la Cofradía acompaña en el último trance al cuerpo sin vida de su hermano. Esta asistencia se materializa de forma simbólica. Al fallecimiento de cualquier hermano de la cofradía, un familiar directo del difunto comunica el hecho a la Cofradía la cual (mediante el cetro del Mayordomo) acompaña al difunto en su velatorio hasta finalizar la misa “corpore insepulto”.
La referencia más antigua a esta tradición la encontramos en las Constituciones de la Hermandad de Esclavos de 1644, que dicen expresamente:
“Además, que para el acompañamiento de los entierros de cada hermano u hermana se le ha de dar doce hachas y un gallardete que se ha de hacer de tafetán azul, y a los hijos de los dichos hermanos que muriesen como estén debajo del dominio paternal se ha de dar a cada uno para el dicho su entierro seis hachas, y el gallardete, e además de esto, cada uno de los dichos hermanos ha de tener, e tengan un acompañamiento de seis hachas y el dicho gallardete para que lo de a quien su voluntad fuere y en los entierros de los dichos hermanos, y hijos, y el dicho acompañamiento en la Iglesia donde se enterrase no han de arder más de la mitad de la cera a un oficio de los que hiciere y no más.”
Con el paso de los años, se cambió el “gallardete” (Guion o estandarte de la Cofradía) por el cetro del Mayordomo, pero se mantuvo intacta la obligación de asistir físicamente al velatorio y entierro de los hermanos.
A día de hoy, esta tradición que también mantienen el resto de Cofradías de Pasión, se sigue celebrando si bien, por problemas de logística, se ha tenido que limitar a los hermanos que reciban su entierro en la ciudad de Archidona ya que se cuentan por cientos los hermanos de nuestra Hermandad que se encuentran repartidos por toda la geografía española.
